Hay éxitos que matan...

 

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Y mueren; a diferencia de los  amores del poeta de Úbeda, Joaquín Sabina, que matan pero nunca mueren. Escuchemos “Contigo” esa pieza como fondo musical mientras comentamos este caso paradójico en negocios. No importa si es una iniciativa de una persona o una gran corporación. La cosa funciona de manera similar. El éxito más arrollador trae consigo el riesgo del fracaso más atronador. No es rareza. Pasa más frecuentemente de lo que imaginamos.

Veamos el siguiente caso:

Una pequeña empresa. Dos socios, muy hábiles comercialmente. Han diseñado una mezcla de productos y servicios a medida de los clientes que ha tenido gran aceptación en todo el país por su calidad y precios competitivos.

El proceso es sencillo. Compran productos “en blanco”. Reciben el pedido de los clientes. Diseñan la personalización. Un proveedor externo la procesa. Reciben, verifican y despachan con una empresa de encomiendas.  Su perfil de Instagram se ha convertido en un efectivo medio de difundir su oferta y concretar ventas. No parece haber perdida posible.

Todo va viento en popa. Las ventas crecen, crecen, crecen y, repentinamente, los problemas también. La realidad: un montón de pedidos insatisfechos o muy demorados; clientes disgustados-y mucho esfuerzo en tratar de recuperarlos- , productos con errores -corregibles la mayoría, al costo del retrabajo y de más tardía entrega-, despachos incompletos, devoluciones. Un caos.

Las ventas se reducen peligrosamente. Víctimas de su propio éxito; las medidas tomadas parecen empeorar las cosas.

¿Qué nos pasó? Confundidos se preguntan los socios  al borde del despecho. Se nos gastó el éxito de tanto usarlo.

Era tan fácil. Solo cuatro pasos. ¿Por qué?

A la hora de diseñar un negocio, pequeño o grande, el camino del éxito se llama cadena de valor equilibrada. Es decir, que los procesos de compras, almacenamiento, producción, despacho, marketing y ventas y el servicio posventa sean capaces de operar fluidamente sin que se produzcan cuellos de botella ni demoras. Una regla fácil es: La capacidad de producción-de bienes, servicios o una mezcla de ambos- de tu empresa es la de tu proceso o subproceso más lento.  

Aunque sea simple y elemental, el más simple de los procesos  debes diseñarlo y conocer su capacidad de producción. Mídelo en unidades por hora, día, semana o mes, como quieras o funcione para tu negocio. Medir, contar, pesar o su equivalente aplicable a tu empresa es la clave del control de negocios. Así podrás hacer ajustes en la cadena de valor. De la misma manera, a la hora de crecer te permitirá hacer las inversiones y el esfuerzo justo.

¿No sabes cómo hacerlo?

Hay personas que te pueden ayudar. Es una inversión que te rendirá frutos por años y te ahorrará mucho tiempo y dolores de cabeza.

Si sabes la capacidad de producción de tu negocio podrás tomar decisiones a lo largo de toda la cadena de valor. Por ejemplo, en materia de publicidad y marketing. En la actualidad es muy accesible a los pequeños y mínimos negocios hacer publicidad específica muy efectiva con respuestas inmediatas por parte del mercado.  También es posible que haya una  inesperada respuesta  que exceda las capacidades del negocio para responder con la calidad ofrecida y que espera el cliente. Esto es el producto en sí mismo-material, color, durabilidad, estabilidad, tamaño, peso y todo lo que aprecie el cliente-, y la entrega en la cantidad, el momento y el lugar acordados. A esto se suma la atención o servicios adicionales que le agregan valor a tu propuesta y la diferencian de los competidores.

Y a ti, ¿Cómo te ha ido? ¿Has preparado tu camino al éxito?

¡Cuéntanos!

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